El rostro del dolor,
en la niña que flores vende,
desconozco su nombre,
o la causa de su sinsabor.
El ruido ensordecedor de su pena,
ahoga nuestros gritos de “Flores!”,
camina unos pasos, se detiene la pequeña,
vendenos un ramo para aliviar tus dolores.
“Cual ramo quiere?”, “dame esas”,
un girasol brota de su humildad,
ella trabajaba vendiendo tristezas,
sin querer le compre la felicidad.
21 de Marzo del 2010