En el principio de los tiempos, los dioses estaban aburridos de contemplar los quehaceres del hombre. Pasaban las temporadas así que decidieron probar una de las capacidades que mas los maravillaban de su creación. La diosa del viento soplo y levanto a una niña de los brazos de su madre, la elevo por los cielos donde los dioses la favorecieron como la elegida. “Celia sera tu nombre”. La diosa del viento soplo de nuevo, esta vez incorporando a un niño del otro hemisferio del mundo. “Gibrán sera tu nombre” pronunciaron los dioses.
Celia miro a Gibrán y con un encanto de los dioses, se enamoro incurablemente de el. “Tendrán miles de nombres, verán muchos días, pero nuestras palabras se cumplirán” Celia fue bendecida con el regalo de la inmortalidad, el cual seria revocado cuando Gibrán le correspondiera su amor. Los dioses cerraron los ojos de Gibrán, pronunciaron palabras ocultas y determinaron que en el momento en que Gibrán viera a Celia cara a cara, el seria incapaz de amarla. “Gibrán, renacerás interminablemente, con el mismo rostro que Celia ha visto, por siempre ella te reconocerá”
Así pues, ambos fueron retornados a sus padres en los extremos de la tierra.
“Ve y encuentra a tu amado” susurro la diosa del viento en el oído de Celia “Tienes toda la eternidad”.