Cuarenta y cinco millas,
bajo a toda velocidad,
los metales brillan,
cuando los veo pasar.
La rueda de enfrente chilla,
cuando me quiero parar,
el semaforo me avisa,
que tengo que esperar.
Espero en un la silla,
de la grande catedral,
que absuelvan mi vida,
que sin tí podria acabar.
Tu cabello como china,
eres toda seriedad,
regálame una cita,
y sin motivo celebrar.